Hola, buenas:
La etimología y traducción aquí propuestas de «ontofania» son correctas. Sin embargo, una objeción al ejemplo que aporta amablemente Espinharas: la identidad óntica no es lo que diferencia o concreta al individuo de una especie respecto a los otros individuos de esa misma especie, sino precisamente lo que todos ellos comparten como carácter esencial que los diferencia de otras especies.
Lo óntico hace referencia a un modo particular de existencia, o una entidad, fundamentado por algún tipo de esencia, por lo que cabe definir ontológicamente nuestro objeto mediante sucesivas categorizaciones abarcantes o excluyentes (pongamos: los seres vivos, o los vertebrados, o los mamíferos, o los humanos...). Pero llegar a escala de individuo equivaldría, entiendo, a desdibujar precisamente el carácter óntico de lo concreto individual, a hacerle perder sentido a su categorización ontológica (a no ser que se trate de unicidades o ciertos fenómenos trascendentes, como entidades de orden divino y tal).
(Todo ello desde un lenguaje riguroso, claro; no me refiero al uso coloquial, que puede permitirse en aras de la comprensión hablar retóricamente de que Fulanito sea ontológicamente tal o cual).
Así, por ejemplo, la ontofanía de lo pétreo —no de una piedra, sino de su esencia— sería la dureza, la permanencia, incluso la inmutabilidad o resistencia al cambio (no hablamos desde un enfoque geológico, sino desde la inmediata percepción humana de algo que se le manifiesta más allá de la apariencia concreta).
Es un término utilizado en Filosofía, Teología, Antropología, Historia de las religiones y disciplinas análogas, aunque no sea infrecuente encontrar en su lugar incorrectamente empleado «ontología».
Saludos