Tema complicado….yo soy bastante proclive a reconocer la dinámica de los idiomas y a incorporar términos extranjeros, pero dentro de una cierta lógica, y en este caso no termino de encontrársela.
1-Está claro que la transliteración (o transcripción, según creo, en el caso del chino) se utiliza para "leer" una palabra china, rusa, griega, etc, en alfabeto latino, y en ese sentido me parece bien una cierta unificación de criterios si existen varios sistemas. Lo que no me queda claro es por qué habríamos de aplicar estos criterios a una palabra que ya es castellana. Se admite obviamente en el caso de los apellidos, pero para nombres geográficos que ya han sido adoptados como parte de nuestro idioma, no termino de encontrarle fundamento.
2-Suponiendo que tomemos a Pekín no como una palabra castellana, sino estrictamente como una transcripción del chino según el sistema tradicional, que debe ser cambiado por el Pinyin, entonces ¿por qué seguimos usando la forma Hong Kong y no Xianggang, el respectivo topónimo en Pinyin? También tendría que ser Guangzhou en lugar de Cantón o Xizang por Tíbet ¿Cuándo se usaría el Pinyin y cuándo no? Hay casos como el de uno de los principales diarios de Argentina, que (excepto algún periodista deportivo distraído) pregona el uso de Pekín como el único correcto, pero al mismo tiempo en su sección política utiliza Xinjiang en lugar del tradicional (y más fácil de pronunciar) Sinkiang .
3-Otra cuestión ya planteada por otro forista es si se debe necesariamente adoptar un único criterio de romanización independientemente de las propias características fonéticas. En lo personal, Beijing con jota me suena horrible, al igual que Nanjing en lugar del tradicional Nanking, o Xinjiang, que ni siquiera sé bien cómo pronunciarla. En este sentido me gustaría saber cómo funciona la transliteración para otros idiomas, ruso, árabe, griego moderno, si se adaptan según la fonética del “idioma destinatario” o si hay criterios universales (supongo que es tema de otro hilo/foro).
En fin, supongo que deberemos aprender a convivir con varias grafías por un largo tiempo y probablemente con algunas pronunciaciones "a la inglesa" hasta que a través de los años el uso se vaya homogeneizando.